domingo, 22 de noviembre de 2009

BODAS DE ORO

Hoy me he despertado mirando a través de mi ventana, observando los pocos coches que se atreven a desperdiciar las primeras horas de un día de fiesta.Hoy es veintidós de noviembre. Un noviembre extrañamente poco otoñal, intentando serlo, con sus hojas secas, sus árboles ocres, algunos semi pelados, su cielo grisáceo, su olor intermitente a leña quemada en una ciudad, Granada, donde también ésto se está perdiendo.Y en este otoño que tanto le está costando llegar, me viene a la mente esa “Primavera en la vida” con la que inauguramos este blog, versión moderna del diario de siempre, el Rincón de Sileno.Todavía recuerdo aquellos no lejanos días en que Amelia, la inquieta Amelia, casi llevó a rastras, creo que con engaño, a su Dionisio, al aula en donde nos batíamos el cobre con voluntariosos alumnos de los que llaman la tercera edad, para acercarlos al mundo de las nuevas tecnologías.En esa “Primavera en la vida”, magnífico canto al amor, a mi buen Dionisio, se le escapa ese canto, en una frase que hoy, después de disfrutar de unos cuantos años de fuerte amistad, yo resumo en… “Apareció Amelia, un ángel enviado del cielo”…Hoy, queridos Amelia y Dionisio, esa aparición, o al menos sus frutos, cumplen sus cincuenta años. Bodas de oro, le llaman, tal vez porque el oro defina mejor que ningún otro metal la belleza, el valor, la constancia… el amor.Tengo una frase, que tal vez acuñé estando ya acuñada, sin saberlo, que quiero traer a colación en estos momentos: “La sangre, si no es usada como la más bella excusa para el amor, es solo un fluido vital”.Es cierto que a la familia, esa institución un tanto devaluada en estos tiempos de tele basura, prisas, luchas políticas, corrupción y falta de humanidad, se llega por el nexo de la sangre.La familia, se dice, no se elige, te la asignan incluso antes de nacer.Nosotros, que en nuestro seno familiar tenemos la suerte de contar con miembros no preasignados, sino mediante adopción, podemos decir con una sonrisa en los labios, cara de satisfacción, que hemos encontrado, en estos dos seres entrañables, cariñosos, abnegados, solidarios… familiares, a unos segundos padres a los que agradecer todos los días el haberlos conocido. Como tal os hemos adoptado, y como tal os sentimos.Vaya desde estas humildes líneas nuestro reconocimiento, el de esta familia plagada también de amor, a esos cincuenta años en común, en los que, estoy seguro, habéis hecho felices a tanta, tanta gente, y a cuya lista nos hemos incorporado, afortunadamente, como la aparición de una“Primavera en la vida”, la vuestra en la nuestra.
Tomás.

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