El Fantasma del Casino
Cuando la
Aurora de rosados dedos, comenzaba a poner pinceladas de luz sobre los tejados
de la ciudad, Peter Collins, abandonó el casino para dirigirse al hotel donde
se hospedaba. Aquella noche, caso insólito, había ganado unos cuantos miles de
francos.
En la parada de
taxis, junto al camino, rechazó los servicios de Josechu, un conductor que
asiduamente lo llevaba hasta su hotel. El taxista, abrió la puerta del coche y
Mister Collins, le dijo amablemente, Muchas gracias. Hoy, prefiero dar un
paseo.
Finalizaba
Septiembre, la brisa mecía las suaves hojas de los tilos. Mister Collins, recibió las caricias de la brisa en la cara con verdadero deleite. Los efectos
de la bebida, la dulzura del la temperatura y los emotivos actos de la ganancia
en el juego, hacían que se sintiera otro hombre., un hombre nuevo,
especialmente cuando sentía el
cosquilleo en su cuerpo de los
francos, el dinero ganado en esta noche.
Pensaba, sentía que era guapo,
joven, alegre y feliz. Sin embargo estas
alegrías, este notarse un ser privilegiado, le traían a la memoria, que ayer
mismo, estuvo a punto de suicidarse, y no lo hizo por cobarde. La vida no valía
nada, le amargaba la existencia. Ese
deambular de un lado para otro, cono si fuera un oso perdido en el bosque. Sin
ilusiones, contrariado por todo, lejos de familiares y amigos, Un ser solitario
y triste.
En cambio,
ahora después de haber ganado unos miles de francos, algo raro, o muy raro. El
presunto suicida, se creía el más feliz de
los hombres. ¡Tanta fuerza da el dinero!
No era avaro,
ni soñaba con riquezas, y sin embargo el dinero le había producido una extraña sensación. Algo nunca
experimentado.
Caminaba
relajado, silbando, imitando a los pajarillos que empezaban despertarse. Pero de pronto
sintió miedo, pensó, u oyó que
alguien le seguía. Se detuvo para mejor oír, y el silencio le recordó que
estaba solo en un lugar bello, pero lejos de la ciudad y pon ende del
hotel donde se hospedaba. Creció
el miedo, lo rechazó al pensar que sólo era un don nadie, un pobre soltero, sin
familia y sin dineros, ¿Quién iba a intentar atacar a este solitario ser?. ¿Con que objeto?
Entonces se notó la existencia de los dineros, esos
que le hacían cosquillas.
Si, había
motivos para Atacarle. .Nadie lo sabe,
pero, acto seguido pensó que si lo sabían varias personas, además de
los empleados del Casino.
Quiso correr,
pero las piernas no le respondieron. Pensaba, ¿A qué obedece este negarse un
órgano a cumplir una orden?
Debo serenarme.
No hay motivos para tanto miedo. Los nervios se han apoderado de mí. No hay, no
está el mundo lleno de personas atacando a todo el que lleva dinero.
Anduvo más de prisa, comenzó
dominar la situación Ya estaba cerca el hotel La Cumbre, su nombre, se
debía por estar situado en lo más elevado del monte, Un monte que dominaba la ciudad, el mar y un panorama
de pinos, rosales, begonias y césped artificial. Un lugar para el placer, si fuera
pleno día y a tu lado caminaran otras personas.
Aún yendo solo,
tampoco era para llorar, pero sí para
caminar asustado, mirando para atrás a cada instante y creer, o creyendo oír al que lo perseguía,
Sin dejar el
miedo, iban apareciendo luces, Se veían
las casas del monte Ida, rodeado
de verdes flores y un observatorio. Los abetos desafiando al vértigo asomaban,
en una pendiente acentuada. Las aguas
del mar, oscuras y tranquilas semejaban un
lago sereno, un lago perdido en la sierra.
A la derecha se apreciaba, la playa, ahora solitaria, besaba a intervalos
reiterativos por las olas, un oleaje, suave, acariciador. Por esta zona se eleva el Monte Pelado, poblado de pinos y
monte bajo, para mentir el nombre y una estatua de madera
policromada, de grandes dimensiones que vigila y
protege a los marineros, siempre que sean
prudentes. Cuando se olvida la prudencia, puede pasar cualquier cosa.
Collins, distraído con estas visiones, imaginadas, ya que a penas se
veían, de pronto volvió al miedo, un miedo que le impedía caminar. Quiso gritar y las palabras no
salieron de su boca. De todas formas los gritos no los oiría nadie. Sin embargo su claridad y sentido de un hombre culto y
metido en una sociedad civilizada, no debe temer, pensó y comenzó a serenarse, sin olvidar los
motivos que podrían mover a los que sabían que llevaba dinero, mucho dinero, algo
tentador y el lugar y la soledad abonaban la posibilidad del robo y al mismo
tiempo la impunidad.
Razonaba, He cometido una estupidez al venirme andando, precisamente
hoy, cuando todos los días subía al
taxis, cuando era un pobre solitario digno de lastima, Hoy un rico tentador,
andando por un lugar apto para los
osados, esos que viven de los asaltos, y
no pueden dejar una ocasión tan
clara y fructuosa.
El miedo aumentaba y además no era un miedo alocado, Más bien un miedo
razonado Se decía, soy rico, por lo que llevo
encima. Una cantidad tentadora, muy
tentadora, estando además asegurada la impunidad.
Nuevo razonamiento, más miedo,
Ya falta `poco para llegar al hotel. Un poco más y estaré en mi
habitación, tomando un baño caliente., Esto me despejará. El miedo es una reacción infantil, e injustificada.
He sido un imbecil al venirme andando. Sin duda me persiguen, varios,
no uno solo, No tengo defensa. ¿A Quien acudiré?
¿Acaso a las estrellas?
Salió corriendo, monte arriba. El camino, antes semillano, ahora se
empinaba y le ahogaba el esfuerzo. Sentía los pasos, ya cercanos, de los perseguidores. Ahora no
había dudas, Al volver, la cara, sin
dejar de correr, vio claramente a dos
individuos, o era sólo uno, Pero venía veloz, ya casi le alcanzaba. Se detuvo de improviso, Quería oír
los pasos, pero no, se oía, más que el
miedo y los astros en sus giras espaciales, Ni un solo sonido.
De pronto pensó que estaba soñando, una pesadilla. La cena, sopa de avecren
y lechuga ajada. no dan, no deben dar pesadillas, pero el cuerpo es una máquina
absurda, que a veces, no obedece y actúa a su libre albedrío. Sin duda, estoy soñando y debo despertarme antes de que
llegue el ladrón. No debo abusar de las cenas, ya lo dicen los sabios. La cena,
ha de ser ligera. La abstinencia es su mejor condimento.
Pero no estoy soñando, noto, todo lo que me rodea, siento el silencio, veo
los pinos, las luces lejanas de la
ciudad. Siento la fatiga de la corrida.
¿Cómo puede ser un sueño? Por muy real que parezca un sueño., no puede
llegar a esto, o sí,. Hay sueños más
reales que la propia realidad.
Me veo, me toco la cara y siento
el sudor húmedo en mis manos, siento mi cuerpo erecto y fatigado, No sueño,
Estoy corriendo asustado porque me
persiguen y es de verdad, no en sueños.
Volvió a correr de nuevo. Otra vez se oían los pasos, incluso se oía
la respiración agitada del perseguidor, aunque fueran varios, uno estaba
muy cerca. Ya se adivinaba la meseta
donde se asienta el hotel, Un poco más y
estoy salvado,
Tropezó y cayó, pensó que se estaba desmayando. Una solución, desmayado
me robaran pero no me mataran. Pero para
que quiero la vida sin dinero, Ayer estuve a punto de suicidarme, me sentía un
desgraciado, sin familia, sin dineros, sin amigos. Mejor morid.
Perdido en estas lucubraciones,
medio muerto de miedo. Apareció ante su vista, a un paso de él, Una
fantástica figura humana envuelta en
una especie de neblina que le velaba la
cara, el rostro, nada de cara. La figura le impedía el paso, parecía que le instaba
a esperar, a escucharle.
De su boca salieron unas palabras.
Mister Callins, dijo la voz, una
voz hueca, muy próxima y a la vez
lejana, rompiendo el silencio de la madrugada.
Voy a matarte y me llevaré el dinero, ese que piensas que llevas, ese que tantas ilusiones te hacían,
ya, metido en la cabeza., como si fuera tuyo. Pero antes de que mueras quiero que sepas
quien es tu asesino, el que además te roba. El que se lleva esos dineros que injustamente tú has tomado de la ruleta,
“Soy el fantasma del casino”. El que pone las pistola en las manos del
que `pierde, para que se suicide. y la bala en el corazón del que gana., para
que muera.
Lo hago para ahorrar tristezas
y especulaciones. Nada de investigaciones. Todo está claro,
Además lo hago porque, al casino
no se viene a ganar dinero., solo a divertirse. Ganar, lo que se dice ganar ,sólo gana, sólo lo puede hacer,
el casino, para eso paga impuestos y tienes trabajadores.
No podemos tolerar las ganancias a
menos que sean testimóniales, unas monedas para atraer a los incautos, para que sigan jugando.
Tú, insensato, caminabas tan
contento, como si hubieras acertado una quiniela, otra trampa, pero más
tolerable., Se pasa la mano para no ahuyentar a los jugadores, para que sigan
tomando su droga.
Para tu tranquilidad, aunque no la necesitas te diré, que no has ganado
ningún dinero, perdiste en la última jugada las monedas que te quedaban, Cuando
saliste a la calle, no llevabas ni un céntimo, por eso no tomaste el taxi, No lo
podías pagar
Si no crees lo que digo, Mírate
en los bolsillos.
Se resistía a hacerlo, pero con
asombro, ya estaba alucinado, desde que
apareció el fantasma. No encontró, ni un céntimo en sus bolsillos.
Me has robado, gritó.
Nada de eso, Has perdido tu escaso capital y ahora vienes a suicidarte.
El fantasma sacó una navaja
barbera y con ella le segó el cuello. Collins cayó al suelo y se hizo un silencio total, como si no
hubiera vida, en toda la colina.
El día siguiente, La policía
investigó el caso y se llegó a la conclusión.
Un jugador que pierde y luego
se suicida. . No era la primera vez.
Ocurre con alguna frecuencia, sin que sea a diario.
El que pierde se suele suicidar, casi siempre en esta zona, Nunca lejos
del casino.
Como no tenía familia, al menos
nadie preguntó por él. Fue enterrado en una fosa común.
Al ir a arrojarlo al hoyo, el
sepulturero registró los bolsillos del occiso y encontró un papel que amarilleaba, doblado
varias veces.
Había un escrito que decía
Hospital psiquiátrico de Fuente
la Higuera.
Interno Gratiano Pedrazo Iglesias.
El forense testificó que la muerte
de este desgraciado le sobrevino por un ictus, al caer al suelo, todavía con vida, se golpeó la
cabeza y por eso sangraba
Mientras tanto, la policía buscaba al señor Collins. Nadie sabía nada de
él, Ni estuvo en el casino, ni se hospedó en el hotel la Cumbre.
Tampoco se encontró al fantasma. Algo natural, Los fantasmas no suelen
dar su DNI a nadie.
Donosti . Octubre año 1,959,
Granada, marzo 1,960
Dionisio Carrillo Robles.
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